14 de octubre de 2012

REFLEXIONES Y OBSERVACIONES SOBRE “La conservación del Patrimonio Cultural en Bolivia”


Javier A. Méncias Bedoya
Miembro de la Secretaría Económica de la SALP

El jueves 11 de octubre de este año (2012), algunos arqueólogos de la SALP fuimos invitados a participar de la mesa redonda denominada “La conservación del Patrimonio Cultural en Bolivia. Práctica profesional, retos y perspectivas”. La iniciativa, realizada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el recientemente inaugurado Centro Cultural de España en La Paz (CCELP), el Ministerio de Culturas y la Dirección de Patrimonio Cultural del GAMLP, contó con la presencia de renombrados conservadores y restauradores de nuestro medio, además de funcionarios del Ministerio de Culturas, la UMSA, el GAMLP y el AECID que expusieron sus propuestas, programas y “logros” a la testera del evento.
En teoría, todas las intervenciones se encontraron enmarcadas dentro de los objetivos, en plan de “diagnóstico”, del evento:
·         Establecer un escenario de diálogo, intercambio y debate en torno a la práctica profesional del “conservador”
·         Analizar la situación actual de la formación en diferentes niveles de los profesionales involucrados en la conservación del patrimonio cultural.
Más adelante se podrá observar de manera clara que estos objetivos, trazados desde un matiz muy participativo, abierto, receptivo y hasta académico, disimulan y justifican la total inoperancia, ignorancia y negligencia de nuestras autoridades en torno al tema patrimonial, al igual que el descuido e irresponsabilidad con que las organizaciones de cooperación internacional, sin evaluar las propuestas gubernamentales adecuadamente, las financian y con ello son cómplices de las acciones depredadoras que el actual gobierno y sus autoridades del Ministerio de Culturas efectúan sobre el patrimonio nacional.
Como no podía ser de otra manera, las primeras exposiciones estuvieron a cargo del personal del Ministerio de Culturas. La institución puso en relieve la ausencia casi total de normativa relacionada a la protección del patrimonio y al ejercicio profesional de aquellos quienes trabajamos con el mismo, además de detallar bastante bien el perfil mínimo que un conservador profesional debe poseer. Lo primero no nos llama la atención, puesto que desde hace años la SALP viene solicitando espacios de reunión, debate y construcción de normativa en los que los actores sociales y civiles se vean involucrados; demás está señalar que dicho pedido viene siendo desatendido de manera sistemática por todas las personas que a su momento se han hecho cargo de los puestos de responsabilidad relacionados a cultura. Sin embargo, no podemos decir que nuestra participación no haya sido solicitada en algunas ocasiones, aunque sea para querer validar de una manera deshonesta aquellas decisiones que suelen tener la mala costumbre de ser tomadas con antelación a la consulta (modus operandi MAS que conocido en nuestro actual contexto histórico y político). Lo segundo, por otra parte, no deja de ser un importante recordatorio de las habilidades y compleja formación que debe tener cualquier persona que intervenga patrimonio material (lo cuál será retomado más adelante).
Después de lo anterior, y como si no hubiera sido suficiente el recordarnos la vasta gama de problemas que la ausencia de normativa y fuentes de trabajo ha generado para los profesionales que tratan con patrimonio, el GAMLP, bajo los auspicios del AECID, expuso –en un tono paternalista y pseudo-“altruista”- uno de sus proyectos estrella en cultura: la Escuela Taller de La Paz. Para contextualizar un poco el tema, el proyecto de Escuelas Taller no es más que una copia –antojadiza,  acrítica y extraída de contexto- de un proyecto de centros de enseñanza para jóvenes entre 16 y 25 años que ofrecen los ayuntamientos españoles desde el año 1985[1]. A pesar de que los requisitos en España son solamente encontrarse dentro del rango de edad señalado y hallarse en situación de desempleo verificada, aquí en Bolivia le hemos adicionado un ingrediente: jóvenes pertenecientes a segmentos de la población que se caractericen por tener bajos recursos económicos y escasas oportunidades de acceder a una formación y trabajo dignos[2]. Todos nos vemos obligados a aceptar, de corazón, que esta es una iniciativa de inserción social y profesional por demás altruista y que la generación de espacios como éstos es la única manera de “salvar a jóvenes en riesgo” (frase que nos prestamos de Rolando Saravia, aunque no comprendemos qué significa a cabalidad) de llegar a ser ciudadanos sin trabajo –me imagino, como la gran mayoría de profesionales que se forman en las Universidades e Institutos Técnicos del país.
Más aún, según los propios responsables de la creación y manejo de la Escuela Taller de La Paz (Martha Rubio de AECID y Rolando Saravia del GAMLP ), es posible formar a estos jóvenes en sólo 2 AÑOS en carreras tan complejas como Arquitectura[3] y Arqueología[4], algo que desde todo punto de vista es un logro académico sin precedentes, aunque se tratara –como se esgrime- de solamente ayudantes/técnicos en estas disciplinas. Por muy variados que sean los ejemplos que existen sobre el “trabajo” de la ETLP en cuanto a la restauración de inmuebles (más de 2 años en el Museo del Litoral Boliviano) y bienes muebles (cuadros, retablos y otros bienes del patrimonio municipal), la verdad es que el GAMLP parece no comprender a cabalidad algunas particularidades relacionadas a este tipo de trabajo.
  1. Como bien nos recordaron los personeros del Ministerio de Culturas, la formación del conservador/restaurador de patrimonio requiere de herramientas técnicas, prácticas y teóricas que muy improbablemente pueden ser impartidas en el corto período de 2 o 3 años.
  2. La formación de recursos humanos técnicos debe de ser proporcional a la cantidad de profesionales que pueden guiar, y hacerse responsables, del trabajo de los mismos. La otra alternativa es permitir a jóvenes SIN LICENCIA, adjudicarse trabajos que, en el caso de la conservación y restauración de patrimonio histórico, artístico, documental, arqueológico, arquitectónico, etc., requieren de mucha experiencia, habilidad y –sobre todo- responsabilidad y seriedad, características que se obtienen durante años de práctica profesional y, en muchos casos, estudios de especialización y post-grado. La razón? Muy simple: la destrucción de patrimonio ES PENADA POR LEY (recordatorio para el actual Director General de Patrimonio del Ministerio de Culturas)
  3. La cantidad de fuentes de trabajo relacionadas a conservación y restauración de patrimonio es extremadamente baja y el capital humano que compite por las mismas se encuentra altamente calificado. Inclusive en la actualidad, el mayor generador de trabajo para la ETLP es el GAMLP, por lo que el mismo habría creado simplemente una escuela más de formación de servidores públicos para engrosar sus filas (hasta que los dejen de necesitar). Aunque es altamente probable que, si el proyecto de las escuelas taller se concreta y los estudiantes obtienen títulos de Técnico Medio avalados por el Ministerio de Educación, los estudiantes puedan trabajar a precios de subempleo y ejecutar trabajos con muy baja calidad (por falta de experiencia o recursos técnicos y monetarios) o terminen por destruir valiosas obras del patrimonio nacional. (Agradezco al Prof. Pedro Querejazu por el ejemplo)
  4. La baja demanda de profesionales en la temática estuvo cubierta por una camada de profesionales, que con suerte implementaban uno o dos trabajos al año. Ahora mismo, el Ministerio de Culturas cubre fácilmente sus necesidades con su propio personal. La mayoría de los museos del país –sobre todo los de la FCBCB- cuentan con curadores, conservadores y restauradores. La única institución que los demanda es el GAMLP quién, antes de crear ítems para profesionales capacitados en el área, prefiere realizar prácticas con su propio patrimonio, escudándose –en el caso de los cuadros por ejemplo- en el hecho de que se trata de “obras de la década de los 80’s”, como si los fondos museísticos distinguieran la importancia patrimonial de una obra por su antigüedad. Esperemos que, si se diera el caso en que formen “ayudantes en Arqueología”, los mismos no practiquen con vasijas cerámicas  u objetos metálicos coloniales porque “están cerca de la era republicana y no son tan antiguos”.
  5. La arqueología trata con objetos, piezas e inclusive FRAGMENTOS valiosos. Lamento no poder salir en defensa de otras disciplinas –exceptuando la arquitectura, que debería ser defendida por el propio director de la ETLP- pero este sí es un punto importante. Emocionados por los “exitosos” resultados de tres arqueólogos completamente irresponsables[5], con la ayuda de la Escuela Taller de Chiquitos (ETCH)[6], el personal directivo de la ETLP (GAMLP y AECID) desean formar ayudantes de arqueología para prospectar, excavar y –me imagino- conservar y restaurar objetos que conforman parte de la historia prehispánica, de la que conocemos tan poco, de nuestro país. Acaso este cuento tiene tintes neocolonialistas?, pareciera verdad que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Sin embargo, este tipo de irresponsabilidad no es nueva en el Sr. Saravia, bajo cuya dirección se construyó el defectuoso museo lítico y cerámico de Tiwanaku y se realizaron otros trabajos que atentan contra el patrimonio cultural y los fondos del Estado.
Aunque me gustaría ahondar más en el tema, a riesgo de desarrollar una úlcera gastro-intestinal por el gran logro de las escuelas taller, prefiero resaltar algunas otras intervenciones que se realizaron desde la testera del evento. La Facultad  de Arquitectura de la UMSA, como nos lo hicieron saber Luis Arellano y Luis Prado, viene desarrollando un nuevo programa curricular, para la formación de sus estudiantes, que contempla el componente patrimonial in extenso y permitirá que estudiantes de otras carreras accedan a materias optativas relacionadas a este componente. Además, se encuentra en plena ejecución de la primera Maestría en Patrimonio, con la participación de connotados profesionales bolivianos y extranjeros en calidad de catedráticos. Ello llama la atención de todos los profesionales de otras disciplinas, y sus respectivas direcciones de carrera, sobre un punto álgido: al parecer, los únicos profesionales interesados y calificados para trabajar con patrimonio son los arquitectos. Ello no debe causar molestia por nuestra parte, sino sana envidia y deseos de aportar y mejorar desde nuestras profesiones con el objetivo de ocupar progresivamente aquellos espacios que pertenecen a nuestras propias áreas y dejar, de una vez por todas, que los arquitectos recién titulados puedan trabajar en lo suyo.
Aunque se trató de un evento más en la larga cadena de eventos en los que participamos y no somos oídos, o bloqueados en nuestras apreciaciones por autoridades gubernamentales o extranjeras, aplaudimos la iniciativa de la AECID, el GAMLP y el MC para enterarse de nuestras apreciaciones, aunque seguramente no serán tomadas en cuenta, sobre su trabajo y aquellas actitudes y emprendimientos que, de ser mejorados, seguramente aumentarán el conocimiento e interés de nuestras ignorantes y desinteresadas autoridades.
Escuela Taller de Chiquitos: http://sphotos-c.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-ash4/301283_342272622531532_309015671_n.jpg



[1] Para una breve reseña de las mismas, podemos dirigirnos a http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_taller
[2] http://www.lapaz.bo/index.php?option=com_content&view=article&id=1379%3Ase-inicia-la-segunda-gestion-de-la-escuela-taller-la-paz&catid=38%3Adestacado&Itemid=69&lang=
[3] http://www.laprensa.com.bo/diario/entretendencias/cultura/20120913/jovenes-de-la-escuela-taller-estudiaran_33706_53904.html
[4] http://www.eldeber.com.bo/nota.php?id=121010233755
[5] http://www.eldeber.com.bo/nota.php?id=121010233755
[6] http://eldia.com.bo/index.php?cat=368&pla=3&id_articulo=71641

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