El anuncio presentado recientemente sobre el descubrimiento de un nuevo sitio arqueológico denominado Inkataca (ó Callejón Loma) en el Municipio de Irupana llamó la atención a toda la población boliviana, académica arqueológica y por supuesto a nivel internacional. El hecho de comparar al yacimiento como un Machu Picchu Boliviano y definir una nueva cultura llamada del Chungamayu (cuyo nombre corresponde a unos de los ríos que bordea el lugar) origina una expectativa de la gente, sobre todo en aquella que reside en el Municipio de Irupana porque con este Hallazgo se genera la esperanza de ejecución de proyectos turísticos y por ende la afluencia de visitantes en gran escala, lo que al final sería anhelado como un motor del desarrollo del lugar.
Por otro lado la aseveración de Di Cosimo referente a la ausencia total de investigación en este lugar y en este yacimiento es un error que minimiza o invisibiliza los trabajos efectuados por arqueólogos bolivianos mucho antes que Di Cosimo pisara el país. Esta carencia de información de la arqueóloga italiana puede reflejar un limitado trabajo previo de investigación o revisión bibliográfica o la intensión exacerbada de protagonismo y figuración en el ámbito científico local. Cualquiera que haya sido la razón, va en detrimento de la práctica arqueológica ética y el respeto que debe existir respecto a la arqueología nacional.
Enfatizamos que, como cientistas sociales y culturales sabemos que la investigación arqueológica contempla la revisión de documentación como parte de la metodología para la formulación de una hipótesis y el desarrollo del trabajo. Sin embargo en este trabajo se observa la falta de análisis y revisión de la documentación arqueológica precedente.
Los trabajos de Estévez (1992) en Pasto Grande mostraron que la región de los yungas, y específicamente Irupana, habría sido ocupada por poblaciones ligadas a las entidades políticas de Tiwanaku e Inka. Este trabajo a la vez no se enfocó solamente en los datos obtenidos en excavaciones y restauraciones de este yacimiento sino que también hizo referencia a distintos sitios cercanos, dentro de los cuales el yacimiento de Inkata ó Callejón Loma ya habría sido registrado y su información publicada en revistas especializadas.
Por otro lado, la investigación de la arqueóloga Rodas (2006) referente a la organización y administración Inka en zonas de producción (tesis de licenciatura en Irupana) permite identificar distintas tipologías de cerámica que corresponderían a la cultura inka, cerámica de grupos locales y cerámica de grupos no locales (asociados a culturas altiplánicas). Esto permite visualizar que en Irupana se habrían asentado distintos grupos culturales en diferentes periodos. Así también concluye Rodas (2006), que el sector localizado en toda la ladera colindante con el Río La Paz, hacia el suroeste (es decir en dirección al sector Illimani del Municipio de Irupana), formaba parte de una zona de producción intensiva para el periodo Inka (1430 d.C. - 1534 d.C.).
Por último, el trabajo de PROMARENA en el Municipio de Sud Yungas e Inquisivi permitió el registro de nuevos yacimientos y el reconocimiento de aquellos ya registrado por Estévez (1989).
Es decir, Inkataca o Callejón Loma no ha sido descubierto o hallado por la arqueóloga Di Cosimo, ni construido por culturas emanadas del ego e imaginación de arqueóloga Di Cosimo. Se trata de un sitio que comparte relaciones estrechas con otros yacimientos aledaños o circundantes a este, formando así un complejo de asentamientos relacionados a la producción.
Es lamentable que en este caso se observe una ausencia de conocimiento y uso indiscriminado del yacimiento arqueológico para fines de protagonismo, ya que sólo se genera falsas expectativas, mayor vulnerabilidad del yacimiento y la posibilidad de incremento en el número de saqueos y destrozos para el patrimonio local.
El desarrollo del turismo y uso de sitios arqueológicos para este fin, debe hacerse a partir de procedimientos responsables y cuidadosos, velando por que exista previamente una serie de condiciones y herramientas legales y físicas mínimas, como por ejemplo acciones de valoración arqueológica, valoración patrimonial, dimensionamiento del espacio de ocupación, desarrollo de normativas locales para su protección legal, desarrollo de Planes de manejo, puesta en valor, desarrollo local, etc., que no existen en el caso de Irupana.
Consideramos que en este caso se vuelve a repetir un enfoque de mercado cultural antiético y de desvalorización del yacimiento. No estamos de acuerdo con este tipo de medidas y más aún cuando van dirigidas por una investigadora social y arqueóloga que como principio fundamental debería ser la preservación de la integridad del patrimonio, la objetividad de los alcances en el trabajo y la ausencia de subjetividad de la información.
Por último, hubiera sido interesante que dicha noticia haya sido muy bien fundamentada por datos que se puedan verificar y no así un documental referencial. Se mencionan más de 10 años de investigación en Bolivia, pero no se tiene absolutamente ninguna publicación en el país. Recomendamos que la investigadora Di Cosimo trabaje arduamente en publicar sus datos e interpretaciones con la mayor seriedad posible y en los medios que corresponda, antes de aventurarse a otras investigaciones con estrategias poco afortunadas y actitudes censurables en la práctica arqueológica local.
Lamentamos la falta de tino de las autoridades de la Gobernación del Departamento de La Paz y del Gobierno Municipal de Irupana, que fueron seducidos por éste proyecto mediático.
1 Comentarios:
Así van las cosas colegas arqueólogos. Aparte de la falta de interés por la investigación arqueológica boliviana de parte de nuestras autoridades, aparte de la falta de buen criterio de las instancias de fiscalización del quehacer arqueológico en nuestro pais, encima debemos soportar a "descubridores" extranjeros de lo que los arqueólogos nacionales ya conocíamos hace años. ¿Hasta cuando toleraremos esa mentalidad colonialista de algunos extranjeros que minimizan nuestro trabajo? No hay duda que es urgente "descolonizar" nuestra mente y hacernos valer como profesionales arqueólogos bolivianos. Felicitaciones a Carlos Lemuz por sus comentarios.
Adolfo E. Pérez Arias
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