28 de agosto de 2017

CANAL DE RIEGO COMUNAL DESTRUYE PARTE DE UN SITIO FORMATIVO EXTRAORDINARIO EN ANCOTANGA, ORURO

EL PELIGRO DE LA IGNORANCIA, O CÓMO SE DESTRUYE EL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO
POR FALTA DE SENSIBILIZACIÓN, DIFUSIÓN Y COMPROMISO

Javier Armando Méncias Bedoya

"Ignorantia juris non excusat"
(la ignorancia no exime del cumplimiento de la ley)

El relato que se presenta a continuación deberá llevarnos, más allá del simple hecho de la denuncia, a meditar profundamente sobre el rol de todos los actores e instituciones inmersas en la ardua, poco reconocida y, más aún, poco auxiliada tarea de proteger el patrimonio arqueológico y cultural.

Encontrándome en el extremo Norte del departamento de Oruro, a menos de una decena de kilómetros de la frontera con el departamento de La Paz, muy cerca a la población de Ancotanga (municipio de Caracollo), tuve la oportunidad de re-visitar muchos de los yacimientos arqueológicos que, en su momento, investigadores como Marc Bermann, José Estévez Castillo y Timothy McAndrews (entre muchos otros) tuvieron a bien documentar, registrar y dar a conocer mediante publicaciones y trabajos científicos conocidos en el medio académico.

Es conocido, principalmente en este medio, que la región se caracteriza por la presencia de yacimientos arqueológicos de dos períodos en concreto: el Formativo (2000 a.C. - 500 d.C.) caracterizado por la denominada cultura Wankarani, y el extenso período de Desarrollos Regionales y sus respectivas fases (500 - 1400 d.C.). Por ello, se presenta como una de las regiones con la evidencia arqueológica más temprana del área Centro-Sur Andina, exceptuando las grandes regiones con ocupaciones de cazadores-recolectores del Arcaico y Precerámico, que inician -predominantemente- desde el centro-sur de Oruro.

Uno de estos importantes yacimientos es el montículo formativo de Jallahuana o Kella Khollu (nombre local) que McAndrews presentara el año 1998 -tesis doctoral- y 2005 -libro Los Sistemas de Asentamientos Wankarani desde una Perspectiva Evolutiva- con el código "B-1". Según la descripción del investigador "Varias fundaciones circulares in situ son evidentes en la superficie de este sitio y artefactos típicos de Wankarani son abundantes. Además de los artefactos típicos, se recuperaron tres cabezas de llama de piedra tallada. También, los fragmentos de arenisca de colores característicos púrpura y marrón claro (del material del que las cabezas fueron talladas). Los desechos de la superficie sugieren que la fabricación de las cabezas tuvo lugar en el sitio. También, se recuperó la cabeza de un hacha de basalto en la superficie, muy similar a las cabezas de hacha Formativas encontradas en Cochabamba." (traducción propia de los archivos de datos de McAndrews). Los datos levantados por él calculan un área de 1,9 hectáreas para el sitio.
Con esta valiosa información, la visita al montículo fue realizada el 23 de agosto de este año (2017). En este momento del relato revivo la impotencia e ira que sentí al momento de acercarme al yacimiento cuando, desde la distancia en la que se observa el impresionante montículo que se levanta 5 metros sobre la superficie circundante, pude identificar una serie de amontonamientos de tierra removida, provenientes de una excavación de, aproximadamente, 80 cm de ancho por 1 a 1,2 m de profundidad. La cercanía a la excavación también nos permitió identificar las destructivas huellas del empleo de una retroexcavadora, cuyos apoyos se ubicaron sobre el montículo. Ejecutadas las mediciones respectivas, la excavación terminaría por tener 260 m de largo, de los que aproximadamente 135 impactaron directamente en la porción Norte del montículo (un impacto muy cercano al 1% del área total), cuyos testigos son miles de fragmentos cerámicos, líticos, óseos y cientos de bloques líticos de cimientos de unidades domésticas (no podría cuantificar la pérdida contextual y estratigráfica).


En Bolivia, la relativamente nueva Ley Nº 530 (del Patrimonio Cultural Boliviano) declara, en su artículo 35, numeral II, que "Los vestigios y contextos arqueológicos, paleontológicos y subacuáticos no requieren declaratoria expresa para ser reconocidos como Patrimonio Cultural Boliviano", debiendo los ciudadanos "Denunciar a las autoridades competentes cualquier forma de daño, robo, hurto, pérdida, riesgo de tráfico ilícito u otra situación que atente contra los bienes culturales que conforman el Patrimonio Cultural Boliviano." (Art. 21, num. 4), tomando en cuenta que "Se prohíbe realizar intervenciones de cualquier tipo en Bienes Culturales Inmuebles de Patrimonio Cultural, sin la respectiva autorización de la entidad competente." (Art. 14, num. IV).

Demás estaría decir que con estas claras obligaciones en mente, me movilicé a la población para buscar a las autoridades comunales y explicar el tipo de impacto sufrido. Fui sorprendido, en primer lugar, por el gran conocimiento del contenido del montículo por parte de los pobladores (quienes reconocieron que evitaban el montículo, pues al remover suelo "simplemente con el pie" afloraban huesos); en segundo lugar, me sorprendió la total ausencia de las autoridades (a quienes dejé mi contacto); finalmente, me sorprendió la fría practicidad con la que me explicaron que la zanja fue excavada -una semana antes!- para una conexión de agua de riego por tubería, siguiendo el eje que conectaría las dos cámaras de agua dispuestas en los extremos. Lógicamente, inicié, frente a dos pobladores desinteresados, una diatriba sobre sensibilización patrimonial, respondida constantemente con frases como "se hizo con la plata de la comunidad, por que el municipio no tiene", "no sabíamos", "el riego es más importante", "las autoridades no conocen", "nadie nos dijo" y "no conocemos".




Zanja vista O-E


Cámara de agua


Huesos y restos de cerámica y bloques líticos impactados tras la obra


Restos óseos y material cerámico Formativo Wankarani afectados por la obra


 Restos óseos y cerámica

Finalizada una extensa explicación, que espero calara en su subconsciente pues el consciente se hallaba claramente distraído, les fue explicado que mi obligación era denunciar el vandálico acto, pues la ignorancia -de la norma obviamente, ya que era evidente que no se ignoraba la naturaleza "antigua" y relevante del montículo- no exime del cumplimiento de la ley. Dicha denuncia fue presentada a mi llegada a La Paz el 25-08-2017, y espero -genuinamente- no pase a ser una más de las denuncias archivadas sin resolución.

Todo lo relatado hasta aquí me lleva a proponer una serie de aspectos dignos de meditar:

  1. Las publicaciones y trabajos científicos, de escasa circulación entre la población en general, debido a su alta especificidad y su alto costo, no están cumpliendo su rol en la sociedad. Los "académicos" debemos dejar de escribir para la academia y el ego, enfocándonos en el objetivo de generar conocimiento e impacto, en especial, en el área rural y las poblaciones cercanas a los yacimientos arqueológicos. Esta labor dotará, en primer lugar, de verdadero sentido social a nuestra ciencia, pero sobre todo asegurará el interés por la preservación, nacido en las poblaciones custodias -naturales- de estos yacimientos.
  2. Los profesionales formados en Arqueología no piensan de forma corporativa, ni siquiera por que la preservación del patrimonio signifique la posibilidad de seguir ejerciendo su profesión. Muchas veces la Sociedad de Arqueología de La Paz ha sido criticada y acusada de no ser representativa a nivel nacional, pero otras agrupaciones de arqueólogos tampoco han surgido en los demás departamentos (a pesar de que estos se hallan en toda Bolivia) y el arqueólogo profesional tiende a velar sólo por su bienestar e interés, con una falta de compromiso que viene siendo característica, cada vez mayor, de las nuevas generaciones. Urgen las sociedades de arqueólogos que apoyen en este trabajo que muchos juzgan poco atractivo, por ser no remunerado.
  3. Las instituciones estatales llamadas a generar este conocimiento e impacto, además de hacer cumplir y supervisar el cumplimiento de la normativa, no están ejecutando su labor de forma efectiva y, mucho menos, exitosa. La única casa de estudios superiores en la que la carrera de Arqueología existe en Bolivia parece no ser consciente de su existencia, no se acerca a la sociedad para explicar las razones de ser de esta ciencia, y no busca expandir los horizontes de la misma hacia la sensibilización, observación o protección del patrimonio. Nuestro Ministerio no está interesado, tampoco, en lo anterior, así como tampoco promueve y orienta a los gobiernos departamentales y municipales a responsabilizarse por su patrimonio, como lo manda la Ley Nº 031 (Ley Marco de Autonomías). Nuestra Unidad de Arqueología y Museos se ve imposibilitada de actuar en caso de denuncias, pues tiene uno de los presupuestos más magros de toda la estructura estatal (a pesar de que debería de cubrir todo el territorio nacional).
  4. Entristecen las grandes dicotomías y dobles discursos que caracterizan al presente gobierno: abundan las millonarias canchas de fútbol (una cultura basada en un deporte occidental), abundan los "novedosos" proyectos desarrollistas de millones de dólares (que no respetan áreas protegidas ni solicitan estudios de impacto patrimonial, además de impulsar cualquier desarrollo menos el mental), aparece un museo nuevo de millones (con cuyo presupuesto se mejorarían TODOS los museos de Bolivia). El discurso de la "cultura de nuestros ancestros" ha pasado a ser uno de los dos grandes discursos, junto con el de la Madre Tierra, que fortalece la estructura demagógica y poco íntegra de una élite gobernante que se acuerda de visitar los yacimientos arqueológicos sólo cuando debe realizar un acto que será televisado. Ni un centavo de todo ello se emplea en mejorar la enseñanza de la historia prehispánica en el nivel inicial, menos aún en el apoyo a la investigación científica que involucre a las poblaciones locales.
  5. No pretendo adelantarme a la conclusión de esta denuncia en particular, así como mi interés no es el de dañar ni causar conflicto con la población local, pero mucho menos pretendo hacer una apología del delito, y justificar la destrucción de un patrimonio de más de cuatro mil años por que "el agua de riego es necesaria". La ley debe prevalecer para todos y los culpables de esta destrucción -directos e indirectos- deberían ser sometidos a lo señalado por ley, pues sólo de esta forma podremos decir que no existen diferencias entre bolivianos, que todos nos responsabilizamos por igual y que nuestras cualidades sociales no implican calidades ciudadanas.
Lamento profundamente lo acaecido con este yacimiento, pero lo que realmente no me deja dormir es que existan cientos otros que son, con seguridad, afectados de igual o peor forma, pero no puedo visitarlos ni hacerles seguimiento (por obvias razones relacionadas a la falta de apoyo e interés estatal), aplicando el principio de que Ignorantia Levare Dolorem (la ignorancia no exime del sufrimiento). Sufrirán los demás actores inmersos en este drama?


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