21 de marzo de 2023

TIWANAKU: UN CASO EJEMPLO DE LA NULA DESPATRIARCALIZACIÓN Y DESCOLONIZACIÓN EN UN FALSO ESTADO PLURI-MULTI

Un pésimo trabajo de montaje en Pumapunku, el cual derivó en el daño crítico a numerosas piezas talladas

 La inspiración de esta nota proviene de un artículo, publicado el 20 de marzo de 2023, en el siguiente enlace: https://www.la-razon.com/extra/2023/03/20/el-ciaaat-tiwanaku-informo-que-solo-se-conoce-un-7-de-la-cultura-tiwanacota/

Aunque una parte del artículo versa sobre la -ya conocida- realidad, que le da al centro capital de la cultura Tiwanaku un área mucho mayor a la actualmente enmallada y reconocida por la UNESCO así como que Akapana no es un cerro si no una pirámide (llegó 50 años tarde el director del CIAAAT para darnos una noticia innecesaria), es la perorata lastimera tangencial la que me obliga a hacer un ejercicio de denuncia sobre aquellos males que aquejan a este patrimonio de la humanidad (a riesgo de ser declarado “persona no grata” como se ha acostumbrado en nuestro sensible y poco autocrítico país).

Solamente al empezar a leer el análisis relacionado a la disminución de visitas, uno puede caer en cuenta que las cantidades y números son manejados de forma totalmente arbitraria. Ello desnuda dos graves problemas: a la cabeza del Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de Tiwanaku (CIAAAT) se halla un directivo sin ningún tipo de calificación profesional, conocimiento o habilidad para manejarlo. El segundo problema, relacionado al primero, es que se trata de un -varón- incompetente; actualmente en el país existe una gran cantidad de profesionales mujeres que podrían afrontar el reto, con las suficientes capacidades para dar una breve reseña de las investigaciones arqueológicas, las estadísticas de visita y las necesidades de Tiwanaku, pero nunca lo lograrán por que necesitan el obligatorio padrinaje de las 23 comunidades que lo manejan todo. Así que, hasta ahí llegó el cuento de la “despatriarcalización”…

Ese cuento nos lleva, por otro lado, a fijarnos en la máxima autoridad ejecutiva de nuestro Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización (MCDyD): Sabina Orellana. Quién considere que ello constituye prueba suficiente de la victoria en la lucha por la despatriarcalización se equivoca, pues este cargo (otorgado como parte de la necesidad de silenciar al sector femenino de los movimientos sociales, A.K.A. las Bartolinas) es ostentado por una de las figuras que más ha apañado el abuso (físico, legal y psicológico) y los excesos de los altos cargos jerárquicos del Movimiento al Socialismo en contra de las mujeres. Sin embargo, es por todos conocido que sus mayores demostraciones de fuerza se relacionan con su incapacidad de respetar la propia normativa interna del CIAAAT, de la que el MCDyD forma parte, y sesionar en cualquier lugar que le dé la gana, menos en Tiwanaku (demostrando así su desprecio por el sitio y sus representantes).

El “sitio arqueológico estrella”, como se lo publicita desde el propio Estado, es tan poco relevante para las autoridades nacionales, que ni siquiera han sido capaces de hacer primar la ley y castigar a aquellos que han atentado contra su integridad. El caso de las estelas y bloques líticos rociados con aceite no tiene, a día de hoy, un resultado que demuestre que la ley se aplica de forma inexcusable y directa. Imaginamos que el director ni siquiera tiene idea de lo que se habla; los testaferros no opinan cuando se trata de cumplir la ley.

Volviendo al artículo, se evidencia la necesidad de Tiwanaku de atraer fondos de investigación extranjeros, ya que son incapaces de obligar al Estado a participar de la gestión con dinero (como se hace en cualquier monumento patrimonio de la humanidad a nivel mundial), obligando a los arqueólogos nacionales a aliarse con capitales extranjeros para desarrollar investigaciones que no tenemos la capacidad de pagar; hasta ahí llegó el cuento de la “descolonización”. Constantemente recordamos que al tratarse de un monumento patrimonio de la humanidad y bajo los efectos de la normativa interna del CIAAAT, los tres niveles de Estado (municipal, departamental y nacional) están obligados a aportar en la gestión del sitio, de acuerdo con sus capacidades y alcances. El municipio no cuenta, ni siquiera, con un arqueólogo propio para supervisar la actividad del CIAAAT, el gobierno departamental no termina de aterrizar a la cabeza de servidores incompetentes y sumisos que aspiran a convertirse en héroes departamentales a plan de terrorismo (a similitud de su héroe local el Mallku Felipe Quispe) y ya sabemos que el gobierno nacional debe utilizar todos los fondos posibles para canalizarlos a publicidad innecesaria, falsa y manipuladora en medios de difusión masiva (como el que publica el artículo referido aquí).

Un momento feliz para los dirigentes de las 23 comunidades y triste para el sitio de Tiwanaku

El artículo continúa atribuyendo a la pandemia la desgraciada situación financiera en la que se encuentra. Aunque esta situación sea indiscutible, pues el mundo entero (por que no entonces los atractivos turísticos) ingresó en una desaceleración monetaria importante, también es indiscutible que los principales atractivos han generado mecanismos de mitigación para este efecto (incluyendo protocolos de visita en época de pandemia). Lastimosamente, el tema no puede ser analizado en profundidad debido a la incapacidad del CIAAAT o el municipio de Tiwanaku de instalar una página web con información cuantitativa y documental que pueda ser analizada, a diferencia de lugares tan importantes como Cueva de las Manos, Machu Picchu, Sierra de Capivara, el Parque Arqueológico Nacional de Tierradentro, Caral (por citar algunos de los más cercanos). En el caso de Tiwanaku, ni siquiera poseemos una -mínimamente aceptable- página web (si los fondos no cubren ni eso, suponemos que apenas cubren los salarios de los administradores y que algunos técnicos deben trabajar ad honorem en el CIAAAT).

Ahora, recordemos que en Bolivia dos yacimientos arqueológicos son patrimonio de la humanidad: Tiwanaku y Samaipata. Al respecto, ¿Han leído noticias de Samaipata quejándose por la situación?, pues seguramente no y eso se debe al fenómeno siguiente: Samaipata no está circundado por 23 comunidades “parásitas” que ven al sitio como el negocio de ingresos seguros. Así es, todos sabemos que son 23 comunidades las que deciden el destino de los fondos del monumento arqueológico que pretende ser el más importante de Bolivia y ningún otro ciudadano de este país, aunque acredite las capacidades técnicas y profesionales suficientes para sobrepasar por mucho a los directivos del CIAAAT, puede opinar al respecto, por que se ha convertido en el botín de las autoridades originarias de la región.

En este aspecto, incluso la UNESCO se convierte en cómplice de la gestión deficiente y la situación de desmejora y daño en el yacimiento arqueológico, especialmente cuando se dedica a enviar misión tras misión de técnicos y especialistas que callan este penoso manejo aunque pasan meses viéndolo de cerca. Todo se disculpa mientras sean tratados como personalidades por servidores públicos obsecuentes, que creen ser excelentes gestores al contemplar cómo investigadores extranjeros creen educarnos sobre las capacidades de la tecnología (sin darse cuenta que los únicos que no la conocían residen en el propio aparato público), y puedan engrosar el currículum con una certificación o una publicación que no les cueste nada.

Mientras tanto, ¿Dónde reside la esperanza de Tiwanaku? Pues -seguramente- en que este 21 de junio, luego de los años “difíciles”, la gente acuda en grandes cantidades al ritual de embrutecimiento masivo mediante alcohol que denominan Willkakuti. Allí, los comunarios tendrán la oportunidad, de acuerdo con sus propias creencias financieras, de vender toda la cantidad posible de alcohol de baja calidad, para asegurar reactivar su economía y generar ríos de orín alrededor de las estructuras patrimoniales.

Ahora, los técnicos del CIAAAT saldrán a defender su esfuerzo, su gran capacidad y su creatividad (como ya los hemos escuchado, hasta el cansancio), cuando salta a la vista que Tiwanaku no ha avanzado sin el apoyo de fondos extranjeros (que se conozca, el CIAAAT nunca ha generado un proyecto de investigación con fondos propios), la gestión de los fondos generados por concepto de visitas nunca ha sido transparentada ni presentada en audiencia pública para que todo el país (finalmente se trata de nuestro “sitio estrella”, ¿O no?) sepa en qué se utilizan, y -finalmente- las visitas nocturnas y conferencias esporádicas constituyen su más grande invención (lo que refleja ya el máximo grado de creatividad al que pueden llegar).

Entonces, ¿Cómo podemos intentar creer que aquí se realiza un esfuerzo? En primera instancia, las noticias las publicita un medio a quién sostienen los capitales e intereses de un gobierno de turno que falla e incumple sus propios deberes de gestión (claramente identificados en la CPE y su propia Ley 530). En segundo lugar, el balance del CIAAAT proviene de un fiel soldado del “proceso de cambio” (que no tiene ningún otro mérito para estar en el cargo), que es, a la vez, incapaz de obligar a sus padrinos políticos a cumplir con la normativa. Finalmente, el manejo discrecional y secuestro del CIAAAT de Tiwanaku es promovido por las mismas comunidades que se dicen ser sus protectoras, asegurándose así que, para lo que queda de historia de la humanidad, el sitio de Tiwanaku no vuelva a ser manejado por personal con las más altas cualidades, certificaciones y capacidades.

Tiwanaku está como está no por culpa de una pandemia: está así porque la UNESCO no pretende -jamás- visitarlo con ojos críticos, su Estado protector profesa el más profundo desinterés por él, los administrativos que deberían preocuparse por él no tienen capacidad (técnica ni profesional) para hacerlo, y las comunidades circundantes lo perciben como una billetera. Si lo que el yacimiento arqueológico necesita es dinero, ¿Tal vez sea hora de ir cobrando el uso de espacios para todos los actos demagógicos de entronización y matrimonios, para los que el Estado sí recuerda a Tiwanaku?


Javier Armando Méncias Bedoya
Arqueólogo miembro de la Sociedad de Arqueología de La Paz

2 Comentarios:

Que buen artículo. ¡Felicidades Javier!

Excelente artículo, qué lástima lo que pasa con este sitio tan importante, así vamos perdiendo nuestras riquezas arqueológicas. Felicidades Javier, fuiste claro y valiente, como debe ser.