Ha causado mucha molestia e indignación en la comunidad arqueológica boliviana el hecho de emplear el sitio de Tiwanaku como un lugar de eventos para actividades netamente sociales, cuya frivolidad y desubicación parecen ser atendidas con premura desde las instancias máximas del Ministerio de Culturas. Nos preocupa que ex-defensores del patrimonio tiwanakota, hoy convertidos en autoridades y funcionarios de la Dirección de Patrimonio no demanden mayor seriedad (o muestren tan poca eficacia al hacerlo) a sus máximas autoridades ejecutivas y clarifiquen sus decisiones.
Lo cierto es que un evento de corte privado como es el matrimonio del ciudadano Alvaro García Linera, sea atendido como un evento de Estado, y que se dispongan para ello recursos económicos, materiales y humanos para apoyarlo, lo cual podría ser, en buenas cuentas, malversación de fondos y mal uso de los bienes y recursos del Estado.
Los arqueólogos demandamos que el sitio arqueológico de Tiwanaku se administre de manera profesional y se establezca de una vez una institucionalidad fuerte y responsable, que deje atrás estos penosos y patéticos momentos que avergüenzan a toda la comunidad arqueológica y a quienes valoran el patrimonio prehispánico en su correcta dimensión.
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