6 de enero de 2014

El Rally Dakar en Bolivia o como “hacer descubrir lugares conocidos”

Desde hace un par de años se ha venido impulsando el paso del Rally Dakar por Bolivia; un evento que es llevado adelante en América latina desde el año 2009, ante la imposibilidad de poder replicarlo en territorio africano, principalmente por la serie de denuncias y atentados que venía sufriendo y que obligó a su suspensión durante el año 2008. A la fecha, el traslado de este evento dudosamente “deportivo” a nuestro continente, no ha hecho más que acumular cifras…pero no aquellos montos millonarios que supuestamente movería el negocio turístico, sino más bien unas cifras de mayor cuantía expresadas en daños netos: más de 200 sitios arqueológicos afectados y destruidos en Chile; 5 acciones legales por destrucción de patrimonio en Atacama y Coquimbo; 1 recurso de protección llevado adelante por el Colegio de Arqueólogos de Chile y la Fundación Patrimonio Nuestro para evitar la realización del Rally Dakar 2014 en territorio chileno; 1 denuncia del Museo de Paleontología de Lima (Perú) por daño irreparable en el mayor cementerio del mundo de fósiles del Mioceno; 6 personas atropelladas en Argentina; 1 denuncia penal contra siete gobiernos provinciales argentinos por no hacer seguimiento a las evaluaciones de impacto, ni realizar las audiencias públicas para autorizar o no el Rally Dakar; infinidad de denuncias y manifestaciones de las comunidades indígenas de los valles Calchaquí (Tucumán) y los pobladores de Salta en contra del evento catalogándolo de no grato y sobre todo no invitado. Y es que el espectáculo del Rally Dakar, no es una actividad turística ni mucho menos económica para ningún país, sino que fundamentalmente es una aventura de unos cuantos privilegiados que vienen a “redescubrir” lo exótico y lo salvaje sin importar el costo ambiental, social y cultural que acarrea la sed del descubrimiento y la aventura: una experiencia colonialista directa con el argumento fraudulento del negocio.
Imagen panorámica de Laguna Verde (Bolivia)
Un argumento ante el cual sucumbió también el gobierno boliviano, entregando en bandeja de plata una de las regiones más frágiles y desprotegidas de nuestro territorio: el sur Potosino, caracterizado no sólo por el abandono estatal, sino también por albergar importantes áreas de protección natural como la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa o el Salar de Uyuni, las cuales acogen y protegen diversas especies de aves, zorros, felinos y camélidos, entre otros. Paralelamente, esta región alberga una importante cantidad de invaluables sitios arqueológicos con más de 3.000 años de antigüedad, entre los que se destacan áreas de caza y talleres líticos tempranos, abrigos rocosos con pinturas rupestres, petroglifos, estructuras habitacionales, áreas de cultivo, chullpas, caminos prehispánicos, tambos incaicos, rutas caravaneras, fortificaciones y complejos ceremoniales; todos en total estado de indefensión (legal y material) ante cualquier actividad turística masiva.

Huellas de motorizados en el desierto Chileno

En este contexto, no sólo es lamentable que se celebre la inclusión de Bolivia en el Rally Dakar, sino que es desastroso que se inviertan millones de bolivianos en asegurar nuestra inclusión en el evento, y no se los emplee para mejorar las condiciones de vida de la población local (que adolece de salud, educación, accesibilidad víal, etc.); o para asegurarse de que el patrimonio histórico y cultural se proteja, o para proteger el patrimonio natural del sur boliviano (donde están las autoridades para regular a los operadores turísticos -locales y chilenos- que hacen desmanes en el Salar de Uyuni?) o para controlar y conservar el patrimonio arqueológico (que se encuentra desprotegido ante los saqueos cotidianos y las incursiones furtivas de investigadores argentinos y chilenos que consideran a la región como “zona de nadie o agujero negro”). Lo peor de todo es que aún no se sabe a ciencia cierta cual será la ruta (amén del ingreso por Villazón y la salida por Ollague)...¡¡y no importa!!; ¿donde está el Ministerio de Culturas y su Dirección de Patrimonio para solicitar una evaluación de impacto ambiental? , ¿por qué no exigen la ruta final para controlar que se evite la destrucción de los yacimientos arqueológicos de la zona?, o es que aún no aprendieron nada de las denuncias efectuadas por la Sociedad de arqueólogos chilenos, los paleontólogos peruanos y argentinos, quienes dan testimonio de la destrucción del patrimonio (natural y cultural) a manos de este supuesto boom del desarrollo turístico.
Artículo de Karina Aranda; extraído del períodico feminista La Malhablada N°8, Agosto 2013.

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