Jédu Sagárnaga
Con cierta penosa frecuencia aparecen en las redes sociales
bienes patrimoniales que se anuncian a la venta, como es el presente caso de
una escultura lítica ofertada en Bs2.500.- sin rubor.
Creo que se ha nos ha hecho ya una costumbre ver cómo aquí y
acullá se ofrecen a la venta piezas arqueológicas de toda índole procedentes de
distintos puntos de nuestro territorio, sin que las autoridades gubernamentales
ni siquiera se “mosqueen”.
Hace un par de años hicimos una denuncia escrita en calidad
de miembros del Instituto de Investigaciones Antropológicas y Arqueológicas de
la UMSA ante la puesta en venta de una colección de piezas metálicas, quizás
oro ante la Unidad de Arqueología y Museos del Ministerio de Culturas. Nunca se
nos respondió por vía escrita, y cuando hablamos con la entonces jefa de
Unidad, nos dijo que nada se había podido hacer nada ante la insuficiencia de
pistas.
Y cómo los funcionarios se cruzan de brazos, el saqueo se ha
incrementado y con descaro se ofrece a la venta el producto de ese saqueo.
Incluso los saqueadores suben videos de sus actividades, sin pudor para deleite
de sus seguidores.
El caso que ahora nos ocupa se refiere a un “chachapuma” de
piedra. Podría tratarse de una buena imitación, y es difícil determinar su
autenticidad por medio de una fotografía, y sin la debida observación clínica.
Pero de tratarse de una pieza auténtica, el hecho nos lastimaría fuertemente,
dado que en el repertorio actual de Tiwanaku se tiene menos de una veintena de
esculturas de este estilo que se refiere a un hombre con máscara de felino, por
lo que en la literatura arqueológica boliviana recibe el nombre aymara de
“chacha-puma” u “hombre felino”. Un gran símbolo dentro de la cosmovisión
tiwanaku, que posiblemente aluda a un guerrero o, mejor, a un sacerdote
decapitador.
En vez de realizar actos con tinte político, las autoridades
de la reciente creada Unidad de Herencias Culturales Materiales, debería hacer
seguimiento a estos actos ilícitos y castigarlos.
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